Es uno de los factores que inciden en bajos rendimientos, malas notas y una desmotivación para el alumno de cara al futuro, afectando directamente su funcionamiento general.

La presión psicológica por las notas en un curso genera una competencia entre los alumnos que los lleva, de una u otra manera, a diferenciar entre los “más inteligentes” y los que no lo son tanto. Según Mónica Lepin, sicopedagoga y Educadora de Párvulos, en una entrevista realizada al medio El Mostrador, “los niños pequeños reconocen a sus pares y los identifican como “inteligentes” o “flojos” basándose en el rendimiento escolar”.

Ante esta situación, hay algunas cosas que se proponen para lograr un mejor rendimiento del alumno en la sala clases. Unas tienen que ver con la enseñanza y deber que tienen los padres, como también los profesores dentro del aula.

Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea el fomento del desarrollo integral saludable. Su programa de Salud Mental Escolar va orientado directamente a prevenir la aparición de esta patología y el abordaje temprano de los síntomas iniciales con las siguientes actividades, aplicadas tanto como para la casa, como para el colegio;

  • Ejercicios de respiración
  • Relajación muscular gradual
  • Técnicas de resolución de problemas
  • Potenciar fortalezas y habilidades
  • Identificar a padres o familiares que entreguen apoyo emocional
  • Retomar hábitos y horarios adaptativos

En un artículo de la Universidad de Chile, elaborado por la psicóloga Mónica Osorio Vargas, se hace referencia a los estresores académicos que ponen bajo presión a un alumno. Como primera instancia, están las exigencias internas. Estas van relacionadas con la autoexigencia y expectativas de logro. Pero también están las externas, donde la labor del profesor sobre cómo abordarlos es primordial. Las entregas de trabajos, rendir pruebas en un tiempo acotado, exponer frente al curso, no entender contenidos son parte de esa externalidad que presionan mentalmente.

El estrés puede ser prevenido, pero para eso también hay que saber cuáles son sus manifestaciones, las que pueden ser físicas, psicológicas y emocionales.

Físicas:

  • Cansancio y fatiga
  • Somnolencia, mayor necesidad de dormir
  • Dolores de cabeza
  • Dificultades para dormir

Psicológicas y emocionales:

  • Desgano o tristeza
  • Ansiedad constante
  • Dificultades para concentrarse
  • Problemas de memoria o dificultades para pensar
  • Temor de no poder cumplir con obligaciones
  • Angustia
  • Baja motivación

Existen metodologías como el Mindfulness, que buscan mediante la meditación bajar los niveles de estrés en las personas y que puede ser aplicado en una sala de clases (ver nota).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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